Dos casos atípicos de histoplasmosis en perros y gatos

F. Javier Cabañes

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

La histoplasmosis es una micosis sistémica clásica causada por el patógeno primario Histoplasma capsulatum. Entre los animales de compañía se describe más frecuentemente en perros y gatos. Este hongo se distribuye por todo el mundo en países de climas templados y subtropicales y es principalmente endémico de los EEUU, con mayor prevalencia en los valles de los ríos Ohio, Missouri y Mississippi, de donde derivan la mayoría de los casos publicados que afectan a estos animales. En Europa esta micosis se considera rara y se han descrito muy pocos casos autóctonos o de importación en estos animales. En una búsqueda en Pubmed utilizando los siguientes descriptores: “Histoplasmosis” AND “dogs” AND “Europe” y “Histoplasmosis” AND “cats” AND “Europe”; (7 de septiembre 2021), se incluyen un total de 8 artículos contrastando con los 50 existentes utilizando el descriptor “USA”. En Europa, la mayoría de las publicaciones proceden de Italia y ninguna de España.

Microfotografía de la fase miceliar de un cultivo de Histoplasma capsulatum sensu lato. En ella se observan numerosos macroconidios redondeados y tuberculados, que son distintivos de la especie. Aunque no se observan en la fotografía, también pueden detectarse microconidios que son generalmente piriformes y presentan paredes lisas. Normalmente, las colonias pueden tardar de 10 a 20 días en desarrollarse. Su cultivo comporta un riesgo elevado de contaminación biológica ya que la especie pertenece al grupo de riesgo 3, por lo que necesita condiciones laboratoriales de contención BSL3. Se han notificado algunas infecciones adquiridas en el laboratorio por manipulación de cultivos. Fotografía cortesía de la Dra Dina Pedersen. Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca. Argentina. ©

La infección se produce por la inhalación de conidios de la fase miceliar del hongo presente principalmente en suelos con materia orgánica rica en nitrógeno (p.e. excrementos de aves o murciélagos). Al ser un hongo dimórfico, estos conidios se convierten en levaduras en los tejidos del animal, que se pueden detectar mediante diferentes técnicas histológicas.

Aunque la mayoría de las infecciones suelen ser subclínicas, en perros y gatos la enfermedad suele causar inapetencia, pérdida de peso y fiebre. La histoplasmosis presenta diversas formas que van desde una enfermedad respiratoria leve hasta formas diseminadas que pueden afectar a cualquier órgano o tejido, como el bazo, el hígado, la médula ósea, los huesos y las articulaciones.

No obstante, recientemente se han publicado dos casos muy poco frecuentes de histoplasmosis con afectación de la cavidad nasal, con formas similares a algunas criptococosis y aspergilosis en perros y gatos. En el primer caso, un gato de dos años presentaba los signos clínicos clásicos de las formas sinonasales de estas micosis: secreción nasal crónica con deformidad facial y lesiones cutáneas afectando áreas perioculares [Grinstead et al. 2021]. Según la experiencia de los autores, el diagnóstico de la histoplasmosis en los gatos suele retrasarse. Esto podría deberse, en parte, a la sospecha clínica inicial de enfermedades inflamatorias más comunes como el cáncer o infecciones víricas y bacterianas. En este caso, al final se pudo confirmar el diagnóstico mediante histopatología y cultivo del hongo a partir del líquido de un lavado nasal. Después de recibir distintos tratamientos, al gato se le administró itraconazol. Después de más de un año de la visita inicial, el animal presentó la prueba negativa de detección de antígeno de Histoplasma en orina y junto con la ausencia de signos clínicos y la continua remodelación ósea de la cavidad nasal sugirieron que el gato seguía en remisión clínica. El pronóstico de la histoplasmosis en gatos es variable. Aproximadamente dos tercios de los animales tratados sobreviven seis meses después del diagnóstico.

En el segundo caso, un perro de cuatro años y medio presentaba desde hacía tres meses estornudos, secreción nasal unilateral e inflamación de la fosa nasal izquierda [Heilmann et al. 2021]. La histoplasmosis se diagnosticó mediante examen histopatológico y con una prueba ELISA de detección de antígenos de Histoplasma. Esta última prueba no es concluyente por sí sola, ya que se ha citado reacción cruzada con otras micosis endémicas (p.e. blastomicosis, coccidioidomicosis). Sin embargo, puede ser útil para monitorizar la evolución de la infección. En esta ocasión el cultivo no se llevó a cabo. Para obtener la fase miceliar de este hongo a partir de las muestras se utilizan medios de cultivo rutinarios (p.e. Agar glucosado de Sabouraud con antibiótico) incubando a 25-30ºC. Debido al crecimiento lento del hongo, el resultado de esta prueba se puede llegar a retrasar varias semanas. No obstante, se considera la técnica de elección para confirmar el diagnóstico. También se puede realizar la técnica de reversión de la fase miceliar obtenida a la fase levaduriforme, cultivándola en medios enriquecidos (p.e. medio de agar infusión cerebro-corazón) e incubando a 37ºC. Actualmente se pueden utilizar técnicas de PCR que son mucho más rápidas de realizar, aunque no están estandarizadas ni se comercializan. En este caso, el tratamiento con itraconazol oral condujo a la normalización del aspecto de la trufa y de la fosa nasal del perro, con ausencia de signos de la enfermedad después de más de 6 años del último examen. El pronóstico es variable en perros con histoplasmosis. Las tasas de supervivencia de estos animales con enfermedad pulmonar, gastrointestinal o histoplasmosis diseminada oscilan del 33 al 78%; por lo general, los resultados son mejores para los pacientes con enfermedad localizada.

Clásicamente, en función de la clínica, la distribución geográfica y la morfología del hongo se reconocen tres variedades de esta especie: H. capsulatum var. capsulatum, que es un patógeno humano con amplia difusión en el continente americano y responsable de la histoplasmosis clásica, H. capsulatum var. duboisii, presente en África Central y Occidental y causante de la histoplasmosis africana y H. capsulatum var. farciminosum, presente en Europa, Asia y Norte de África y responsable de linfangitis epizoótica en los equinos. Sin embargo, desde hace algunos años se conoce que estas tres variedades son artificiales y que la especie incluye diferentes grupos genéticos. Recientemente, mediante estudios genómicos, cuatro de estos grupos genéticos, todos ellos endémicos del continente americano, se han propuesto como nuevas especies: H. capsulatum sensu stricto, H. mississippiense, H. ohiense y H. suramericanum [Sepúlveda et al. 2017]. Por otra parte, aunque sólo se estudiaron dos cepas del grupo correspondiente a la variedad africana, los autores remarcan que éstas presentaron suficientes diferencias genéticas para poder considerarse como una nueva especie.

Actualmente, desconocemos como afecta esta nueva propuesta de especiación a los aislamientos existentes de perros y gatos, ya que en este estudio no se incluyeron cepas procedentes de estos animales. No obstante, debido a que la mayoría de casos descritos de histoplasmosis se localizan en EEUU, no sería de extrañar que las especies crípticas H. mississippiense (grupo NAm1) y H. ohiense (grupo NAm2) fueran predominantes.

Super hongos y especies de Scedosporium

F. Javier Cabañes

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

En la última guía publicada sobre el diagnóstico y el manejo de micosis raras en humanos causadas por hongos miceliares, se subraya la elevada resistencia a los antifúngicos que presentan algunas de las especies que las causan y se dan pautas para su tratamiento [Hoenigl et al. 2021]. En algunas ocasiones estos hongos tienen predilección por infectar gravemente a personas con enfermedades subyacentes, presentando una alta tasa de mortalidad.

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Scedosporium apiospermum: conidiogénesis del sinanamorfo tipo Scedosporium. Se pueden apreciar conidios obovoides sobre varias células conidiógenas anelídicas no infladas en su base. Microscopio de contraste de fases. F. Javier Cabañes©

Entre estos super hongos destaca la especie que produce la lomentosporiosis, Lomentospora prolificans (anteriormente Scedosporium prolificans) que es un hongo saprofito de suelos. La mayoría de casos descritos se citan en Australia y el suroeste de EE.UU. y en menor porcentaje en España, Alemania y Japón. No obstante, se desconocen en gran medida los datos de prevalencia e incidencia de esta micosis. Esta especie parece ser intrínsicamente resistente a la mayoría de los antifúngicos utilizados, mostrando valores de CMI elevados para anfotericina B, itraconazol, voriconazol, posaconazol, terbinafina, caspofungina, micafungina y anidulafungina. En esta guía se recomienda la terapia antifúngica combinada para el tratamiento de estas infecciones, en particular voriconazol y terbinafina, entre otros.

La identificación de L. prolificans se consigue mediante el examen macroscópico y microscópico de sus colonias. Éstas suelen ser negruzcas de aspecto húmedo y presentan unas características células conidiógenas anelídicas en forma de frasco que forman conidios obovoides. No obstante, la identificación debe confirmarse mediante la posterior secuenciación de la región ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA.

Super hongos y especies de Scedosporium
Cultivo puro de Scedosporium apiospermum creciendo en una placa de agar glucosado de Sabouraud suplementada con cloranfenicol e inoculada con material de la biopsia nasal de un perro con escedosporiosis. Nótese el aspecto algodonoso de las colonias. F. Javier Cabañes©

La identificación de L. prolificans se puede conseguir mediante la caracterización morfológica macroscópica y microscópica de los aislamientos. Las colonias suelen ser negruzcas de aspecto húmedo y presentan unas características células conidiógenas anelídicas en forma de frasco que forman conidios obovoides. No obstante, la identificación debe confirmarse mediante la posterior secuenciación de la región ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA.

También hay que destacar las productoras de escedosporiosis, causadas por distintas especies del género Scedosporium y principalmente por algunas de las incluidas en el complejo Scedosporium apiospermum, como Scedosporium apiospermum sensu stricto y Scedosporium boydii. En el ámbito clínico, estas dos últimas son las más aisladas en todo el mundo. A diferencia de L. prolificans, pueden presentar dos formas de reproducción asexual (sinanamorfos tipo Scedosporium  y tipo Graphium) con células conidiógenas no infladas, que forman mayoritariamente conidios obovoides o elipsoidales. Para confirmar su identificación a nivel de especie, se requiere la secuenciación tanto de los ITS como del gen de la β- tubulina.

Super hongos y especies de Scedosporium
Observación directa del material de la biopsia nasal de un perro en la que se aprecian numerosos conidios obovoides e hifas. Tinción de azul algodón. F. Javier Cabañes©

La mayoría de los casos se han registrado en EE.UU., Australia, Alemania, India, España y Japón. Estas especies presentan también valores altos de CMI para anfotericina B, isavuconazol, itraconazol y fluconazol. Los valores de CMI más bajos se obtienen para voriconazol, posaconazol y las equinocandinas. Estas directrices recomiendan principalmente el voriconazol para el tratamiento de estas micosis y el uso del desbridamiento quirúrgico, cuando sea aplicable.

En animales estas micosis son también muy raras. Los casos más frecuentemente publicados son los que afectan a perros, pero apenas se han descrito una veintena de ellos (búsqueda en Pubmed utilizando los siguientes descriptores: “Scedosporium” AND “dogs” y “Pseudallescheria” AND “dogs”; 28 de abril de 2021).

Las lomentosporiosis son las menos frecuentes y se han descrito exclusivamente casos de infecciones diseminadas en perros inmunodeprimidos, presentando mal pronóstico. De los pocos casos existentes, la mayoría se localizan también en Australia. Uno de estos casos afectó a un animal que estaba recibiendo un tratamiento farmacológico inmunosupresor para la anemia hemolítica inmunomediada que presentaba [Taylor et al. 2014]. La cepa de L. prolificans aislada fue resistente a todos los antifúngicos ensayados: anfotericina B, 5-fluorocitosina, itraconazol, fluconazol, voriconazol, posaconazol, caspofungina, micafungina y anidulafungina. A pesar de la interrupción de la medicación inmunosupresora y de una respuesta inicial al tratamiento con voriconazol y terbinafina, el perro desarrolló una enfermedad progresiva con signos neurológicos que hizo necesaria la eutanasia a los seis meses del diagnóstico.

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Prueba de sensibilidad a los antifúngicos de la cepa de Scedosporium apiospermum aislada del perro con escedosporiosis, realizada con una técnica de difusión. El halo de inhibición más grande corresponde a ketoconazol y el menor a clotrimazol. No se observó halo de inhibición para itraconazol. F. Javier Cabañes©

Aunque en las escedosporiosis en perros también incluyen infecciones diseminadas, son más frecuentes las infecciones localizadas, que afectan principalmente a la cavidad nasal, cavidad abdominal y a la córnea. Ya hace muchos años, en nuestro laboratorio tuvimos la oportunidad de describir, en colaboración con distintos especialistas de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, el primer caso de un granuloma fúngico en la cavidad nasal producido por S. apiospermum [Cabañes et al. 1998]. Los agentes etiológicos comúnmente aislados en este tipo de micosis suelen ser especies de Aspergillus, principalmente A. fumigatus [Cabañes, 2020]. A parte de aislar el agente etiológico de las muestras, se pudo evidenciar su papel en el proceso patológico mediante técnicas radiológicas e histológicas. La rinoscopia reveló la destrucción del hueso vómer y una gran masa ocluyendo completamente la cavidad nasal.

Si bien las técnicas de evaluación de la susceptibilidad de los hongos miceliares a los agentes antifúngicos no estaban estandarizadas en ese momento (p.e. CLSI, EUCAST) se pudo realizar también una evaluación de los antifúngicos que podían ser de interés para el tratamiento del caso, mediante una técnica de difusión. La cepa aislada fue sensible a ketoconazol, de sensibilidad intermedia al clotrimazol y resistente a la anfotericina B, 5-fluorocitosina, fluconazol e itraconazol. Aunque los resultados “in vivo” no siempre pueden extrapolarse a partir de los resultados obtenidos “in vitro” en este tipo de pruebas, durante el tratamiento con ketoconazol se observó una mejora general de las lesiones. Después de un mes, la secreción nasal disminuyó y los estornudos desaparecieron. Desgraciadamente, pocos meses después el perro murió atropellado por un coche. Los accidentes de tráfico siguen siendo una causa importante de mortalidad en perros.

Pneumocystis en perros: protozoo parece, levadura ya casi es.

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Pronto hará 25 años que un Yorkshire terrier macho de 14 meses ingresó en el Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Autónoma de Barcelona, con un historial de tos no productiva crónica y disnea aguda. El perro falleció cinco horas después de su admisión. Fue nuestro primer caso de neumonía por Pneumocystis (PCP) [Cabañes et al., 2000]. Aunque muchas cosas han cambiado desde entonces, la PCP sigue siendo una enfermedad rara en perros y su diagnóstico en las clínicas veterinarias no es fácil. Por otra parte, debido a su baja incidencia, raramente es considerada en el diagnóstico diferencial en aquellos animales que presentan signos respiratorios crónicos.

Los microorganismos pertenecientes al género Pneumocystis son hongos unicelulares no cultivables, ampliamente distribuidos por todo el mundo [Ma et al., 2018]. Los miembros de este género presentan una especificidad aparentemente estricta con respecto a las especies animales que los hospedan, probablemente debido a una larga historia de coevolución o de adaptación a ellas. Aunque estos organismos se clasificaron originalmente como protozoos, actualmente, en base a distintos análisis genómicos y filogenéticos, se han incluido en el reino de los hongos. No obstante, su pared celular carece de quitina y su membrana celular contiene colesterol en vez de ergosterol, características que los hacen únicos en este reino. Recientemente, se ha podido constatar que forman un grupo monofilético en la subdivisión Taphrinomycotina de los ascomicetos, cercano a las levaduras del género Schizosaccharomyces.

Quistes (formas redondeadas oscuras) y trofozoítos (formas claras verdosas) de Pneumocystis carinii f. sp. canis llenando los espacios alveolares de un perro con neumocistosis. Tinción de Grocott. F. Javier Cabañes©

Si bien estos microorganismos infectan una amplia gama de especies de mamíferos, hasta el momento sólo se han propuesto formalmente cinco especies: P. jirovecii en humanos, P. murina en ratones, P. oryctolagi en conejos y P. carinii y P. wakefieldiae en ratas. Los Pneumocystis detectados en otros mamíferos suelen denominarse utilizando el taxón infraespecífico «forma specialis» (p.e. Pneumocystis carinii f. sp. canis en el caso de los perros). El ciclo de vida de estos microorganismos sigue siendo poco conocido, principalmente debido a la imposibilidad de cultivarlos in vitro.

Como parásitos extracelulares, estos organismos se han encontrado casi exclusivamente en el espacio alveolar de los pulmones de los mamíferos. Debido a la nueva posición taxonómica que presentan, se ha planteado la hipótesis de que el ciclo de vida de Pneumocystis incluye una fase asexual y una sexual, con dos formas morfológicas primarias: la forma trófica o trofozoíto y el quiste o asca, que es la forma infecciosa responsable de la transmisión.

En una reciente revisión que incluye la mayoría de casos publicados de PCP en perros [Weissenbacher-Lang et al., 2018], los autores señalan que esta enfermedad se diagnostica con mayor frecuencia en animales jóvenes y más frecuentemente en ciertas razas, como el Cavalier King Charles spaniel y el perro salchicha miniatura, que presentan predisposición a tener cierto grado de inmunodeficiencia. En este estudio, la taquipnea, la disnea y la tos fueron los signos respiratorios más frecuentes.

En medicina humana, el lavado broncoalveolar se considera el procedimiento de diagnóstico de referencia para la neumocistosis. Por desgracia, esta técnica no parece útil para detectar con cierta fiabilidad las diferentes formas de Pneumocystis en perros. Por el contrario, los aspirados y los frotis pulmonares son positivos en casi todos los casos. Para este último tipo de muestras y para las muestras de tejido incluidas en parafina, la tinción de Grocott es la más sensible y fácil de evaluar, en comparación con otras tinciones, debido a un mayor contraste de color de las paredes negras de los quistes contra el fondo principalmente verde.

Aunque se han descrito otras técnicas para la detección de estos patógenos (p.e. inmunohistoquímica, hibridación in situ), parece ser que la de la PCR presenta ciertas ventajas y podría evitar intervenciones quirúrgicas invasivas. Debido a su alta sensibilidad, esta técnica podría ser útil en muestras de lavados broncoalveolares. Como ya hemos comentado, estas muestras suelen presentar un bajo número de estructuras de Pneumocystis, difícilmente detectables mediante citología.
En los perros con PCP, el tratamiento inmediato es esencial para su posible recuperación. El uso de trimetoprim-sulfonamida combinado con dosis bajas de corticosteroides antiinflamatorios aumenta sustancialmente las posibilidades de supervivencia de los perros afectados. Los macrófagos alveolares generan varios mediadores que potencian la respuesta inflamatoria frente a Pneumocystis y su liberación masiva puede aumentar la lesión pulmonar y el deterioro respiratorio. Un diagnóstico erróneo o tardío puede conducir a la progresión de la enfermedad con una grave disfunción respiratoria o, en la mayoría de las ocasiones, a la muerte del animal.

JORNADAS DE INTRODUCCIÓN A LA MICOLOGÍA VETERINARIA

Tenemos el placer de anunciar desde la Universidad Complutense de Madrid la celebración online de las Jornadas de Introducción a la Micología Veterinaria Aplicada a la Clínica de Pequeños Animales, que contarán con certificación oficial para todos los asistentes a los tres webinars presentados.

En estas jornadas, profesionales de gran prestigio en el ámbito de la Veterinaria y la Micología Clínica, tratarán de sensibilizar al público asistente sobre el creciente papel de los hongos como agentes infecciosos en la clínica de pequeños animales, y la amenaza que supone la emergencia de cepas y especies fúngicas resistentes a antifúngicos.

  • Fechas: jueves 15, 22 y 29 de octubre de 2020
  • Horario: 12:00 a 13:30
  • Programa del evento
  • Transmisión online: en directo a través de ZOOM (el enlace se hará llegar a las personas inscritas 48h antes de cada webinar)
  • Inscripciones gratuitas hasta completar aforo (100 personas) en el siguiente formulario:

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Diagnóstico de las dermatitis y otitis por Malassezia en perros y gatos, ¿es sólo cuestión de contar?

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Febrero 2020.

Tal como señalan las últimas recomendaciones de consenso publicadas en el ámbito de la Asociación Mundial de Dermatología Veterinaria [Bond et al., 2020], actualmente las dermatitis causadas por Malassezia se consideran trastornos comunes en la especie canina y ocasionales en la felina. En la clínica de pequeños animales, esta enfermedad ha evolucionado en pocos años de presentar un diagnóstico controvertido a uno rutinario, con beneficios muy claros para el bienestar de muchas mascotas. Aunque existen diferentes formas clínicas, tanto en el gato como en el perro los signos más frecuentes son eritema, lesiones descamativas con exudado céreo, localizadas frecuentemente en zonas con pliegues cutáneos y prurito.

Como Malassezia pachydermatis forma parte de la microbiota normal de la piel de estos animales, la cuantificación de las células de esta levadura presentes en las lesiones es clave para el diagnóstico de este trastorno. Se han propuesto varios métodos citológicos y de cultivo para su enumeración en la piel. Como se menciona en estas directrices, en la consulta veterinaria se utilizan diferentes técnicas citológicas para evaluar las poblaciones de M. pachydermatis. Actualmente, la toma de muestras mediante cinta adhesiva presenta una amplia aceptación ya que permite de una forma sencilla la recuperación de células de la capa más externa de la piel y sus microorganismos asociados. Posteriormente, se tiñen mediante una tinción rápida de Diff-Quik y se observan al microscopio. Sin embargo, como se indica en estas recomendaciones, los recuentos elevados no tienen por qué ser necesariamente relevantes desde el punto de vista clínico en todos los casos. Por el contrario, las poblaciones normales o al menos más bajas pueden ser suficientes para exacerbar la inflamación cutánea en pacientes con respuestas de hipersensibilidad inmediata o retardada.

Citología obtenida mediante cinta adhesiva de la piel de un perro con dermatitis causada por Malassezia pachydermatis, en la que se observan numerosas células de esta levadura. Tinción de Diff-Quik. F. Javier Cabañes©
Citología obtenida mediante cinta adhesiva de la piel de un perro con dermatitis causada por Malassezia pachydermatis, en la que se observan numerosas células de esta levadura. Tinción de Diff-Quik. F. Javier Cabañes©

Por otro lado, la otitis externa asociada a M. pachydermatis es una enfermedad inflamatoria común del canal auditivo externo de los perros. A menudo se caracteriza por la presencia de un exudado céreo oscuro y húmedo, con presencia de eritema y prurito. El diagnóstico de la otitis externa causada por M. pachydermatis se basa en la observación de lesiones compatibles, la respuesta a la terapia antimicótica y la presencia de un número elevado de levaduras por observación microscópica directa. En este caso, la toma de muestra mediante hisopo es la técnica más frecuentemente utilizada para enumerar las células de levaduras presentes en el canal auditivo externo, bien sea mediante citología y/o cultivo.

Gráfico de amplificación (qPCR) de dos muestras obtenidas del canal auditivo externo de dos perros después de 30 ciclos. Un hisopo se obtuvo de un perro con otitis externa por Malassezia pachydermatis (curva superior); el otro se obtuvo de un perro sano (curva inferior). F. Javier Cabañes©
Gráfico de amplificación (qPCR) de dos muestras obtenidas del canal auditivo externo de dos perros después de 30 ciclos. Un hisopo se obtuvo de un perro con otitis externa por Malassezia pachydermatis (curva superior); el otro se obtuvo de un perro sano (curva inferior). F. Javier Cabañes©

El cultivo microbiológico no suele realizarse en el ámbito clínico. Sin embargo, aunque el examen citológico tiene una buena especificidad, presenta una baja sensibilidad en comparación con el cultivo. Por lo tanto, necesitamos disponer de otros métodos para detectar y cuantificar las levaduras de M. pachydermatis en muestras de perros con otitis externa, que sean específicos, sensibles, precisos y rápidos. En nuestro laboratorio hemos desarrollado recientemente una PCR cuantitativa (qPCR) para detectar y cuantificar levaduras de M. pachydermatis, validando la técnica con muestras recogidas mediante hisopo del conducto auditivo externo de perros [Puig et al., 2019]. Nuestra qPCR utiliza el gen de la β-tubulina como diana, que presenta la ventaja de ser un gen unicopia. Nuestro ensayo qPCR proporciona una cuantificación precisa de las levaduras de M. pachydermatis, es más sensible que la citología, y podría utilizarse para controlar la respuesta al tratamiento. Aunque el diagnóstico de las dermatitis y otitis por Malassezia no sea sólo cuestión de contar levaduras, este estudio aporta una forma diferente y más precisa de hacerlo.