Diversidad y adaptación en el género Malassezia: los murciélagos ya tienen su especie. F. Javier Cabañes

Febrero 2019.

El género Malassezia está formado por un grupo monofilético de levaduras lipófilas pertenecientes a los basidiomicetos, que tienen como hábitat principal la piel del hombre y muchos otros animales (Cabañes et al. 2014). El género fue creado por Baillon en 1889, y se limitó a incluir dos especies prácticamente durante un siglo: la especie lipodependiente Malassezia furfur, característica de la piel del hombre y la especie no lipodependiente Malassezia pachydermatis, asociada a los animales. Actualmente, el género incluye 18 especies, 17 de las cuales son lipodependientes.

En la especiación de algunas de estas levaduras se detecta claramente un proceso de adaptación a distintas especies animales. Por ejemplo, Malassezia equina se aísla fundamentalmente de caballos o Malassezia nana de gatos. Es de destacar que la mayoría de especies de este género se han aislado de mamíferos y en cambio, tan solo unas pocas de ellas se han aislado de aves. No obstante, se han realizado muchos menos estudios sobre la presencia de estas levaduras en aves que en mamíferos.  No es de extrañar que dos de las últimas especies descritas, Malassezia brasiliensis y Malassezia psittaci, se hayan aislado de aves, concretamente loros mascotas en Brasil (Cabañes et al. 2016). Por otra parte, la gran mayoría de las especies de este género pueden crecer a 37ºC. Sin embargo, muy pocas lo hacen a 40ºC. Malassezia cuniculi, especie que presentan los conejos en su piel, crece mejor a 37ºC y a 40ºC que a 32ºC, temperatura de cultivo considerada óptima para el mantenimiento de este tipo de levaduras. Este hecho es compatible con la temperatura corporal normal de los conejos que oscila entre 38.5ºC y 40ºC. Por el contrario, las temperaturas bajas no les van tan bien a todas estas levaduras, ya que pierden viabilidad, por lo que no es recomendable mantenerlas a temperatura ambiente o a 4ºC.

Una excepción a este comportamiento la presenta la última especie descrita en este género que se ha aislado de murciélagos: Malassezia vespertilionis (Lorch et al. 2018). La mayoría de especies de murciélagos de los que se aislaron estas levaduras pueden hibernar hasta 7 meses al año. En este estado, los animales presentan una disminución de su temperatura basal cercana a los 7-9ºC existentes en las cuevas u otros habitáculos donde hibernan. Por este motivo, no nos sorprende que esta nueva especie pueda crecer lentamente a 7ºC.  De hecho su temperatura óptima de crecimiento es de 24ºC, inferior a la que presentan el resto de especies. No obstante, también pueden crecer a 40ºC que es la temperatura que pueden alcanzar estos animales cuando están activos.

Si bien ya conocemos que las especies de Malassezia son una parte importante del micobioma de algunos animales, incluido el hombre, se desconoce su presencia en la mayoría de especies animales. Esto hace pensar que en breve el número de especies de este género pueda ser fácilmente ampliado si se estudia principalmente fauna salvaje.

 

Malassezia vespertilionis tiene la capacidad de crecer a temperaturas inferiores a 10ºC, similares a las que se encuentran en las cuevas donde hibernan estos animales. Fotografía cortesía de Tim Krynak.

Esporotricosis en Brasil: animales + humanos = una sola salud. F. Javier Cabañes

Enero 2019.

Tal como indica la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) el concepto de “una sola salud” fue introducido a comienzos del 2000 en una iniciativa concertada con la OMS y FAO para remarcar que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten. De hecho, el 60% de los patógenos capaces de infectar al hombre y de causar zoonosis provienen de los animales domésticos o salvajes.

De este tipo de patógenos, tan sólo unos pocos son hongos. En este apartado podemos destacar alguno de los agentes dimórficos que producen la esporotricosis. Clásicamente la esporotricosis se considera una micosis de implantación causada por especies del complejo Sporothrix schenckii cuyo reservorio es el suelo, determinadas plantas y material vegetal en descomposición. En el hombre se considera una enfermedad ocupacional de jardineros y agricultores en los que aguijones, espinas y astillas de origen vegetal facilitan la entrada del patógeno en su forma miceliar. Actualmente se conoce que las especies causantes de estas sapronosis son predominantemente Sporothrix  globosa y Sporothrix schenckii sensu stricto.

No obstante, en las últimas dos décadas, Brasil ha experimentado uno de los mayores brotes epidémicos de esporotricosis que tiene claramente un origen zoonótico. Estos brotes se correlacionan claramente con un incremento de casos de esporotricosis en gatos. En estas zoonosis, los arañazos y mordeduras producidas por estos animales facilitarían la entrada del patógeno directamente en su fase levaduriforme, teniendo un papel principal en la transmisión y en el incremento de la incidencia de esta enfermedad en gatos, perros y en el hombre.

De hecho, en Rio de Janeiro, donde la población de gatos callejeros es elevada, se han detectado más de 5.000 casos en los últimos años, siendo estos animales los protagonistas principales de la transmisión de la esporotricosis al hombre en un brote zoonótico sin precedentes. La especie responsable de esta zoonosis es Sporothrix brasiliensis (Gremião et al. 2017). Se ha demostrado que esta especie presenta una alta virulencia y parece ser menos sensible a determinados agentes antifúngicos como el itraconazol o la anfotericina B. Otras especies como S. schenckiiS. globosa o Sporothrix luriei están siendo responsables de un número mucho menor de casos de esta enfermedad en estas latitudes. En otros estados brasileños como el de Rio Grande del Sur los casos de esporotricosis, aunque en menor medida, también están aumentando (Poester et al. 2018). Un claro ejemplo para aplicar el concepto de “una sola salud”.

La infección por  Sporothrix schenckii  se asocia normalmente a un traumatismo con material  vegetal (aguijones, astillas,…) que contiene la fase miceliar del hongo ©F. Javier Cabañes.
La infección por  Sporothrix schenckii  se asocia normalmente a un traumatismo con material  vegetal (aguijones, astillas,…) que contiene la fase miceliar del hongo ©F. Javier Cabañes.
La infección por  Sporothrix brasiliensis se asocia normalmente a arañazos o mordeduras producidos por un gato infectado que inocula directamente la fase levaduriforme del hongo ©F. Javier Cabañes.
La infección por  Sporothrix brasiliensis se asocia normalmente a arañazos o mordeduras producidos por un gato infectado que inocula directamente la fase levaduriforme del hongo ©F. Javier Cabañes.

Dermatofitos: algunos nombres cambian. F. Javier Cabañes

Diciembre 2018.

Los dermatofitos son un grupo de hongos relacionados filogenéticamente que causan las dermatofitosis. Hasta hace un par de años, las especies productoras de dermatofitosis se incluían en los géneros Epidermophyton, Microsporum Trichophyton, que se caracterizaban por no formar grupos monofiléticos. Por este motivo y coincidiendo con el abandono de la nomenclatura dual de los hongos desde el año 2013 por el Código Internacional de Nomenclatura, se ha producido un  incremento en el número de géneros que agrupan a estas especies. Según la nueva propuesta de taxonomía filogenética de los dermatofitos (de Hoog 2017), algunas de estas especies se incluyen actualmente en los géneros Lophophyton o Nannizzia.

Evolutivamente, algunos de estos hongos se han adaptado a determinadas especies animales. Las especies antropófilas, como Trichophyton rubrum o Epidermophyton floccosum, son aquellas que se limitan a causar dermatofitosis en el hombre y raramente infectan a otros animales. No obstante, el hombre puede presentar infección por especies zoófilas, como Microsporum canis y Trichophyton verrucosum, que característicamente producen dermatofitosis en el gato y en la vaca, respectivamente, y son causa de frecuentes zoonosis.

Otras especies que afectan a los animales han cambiado de nombre. Son ejemplos Lophophyton gallinae  (anteriormente Microsporum gallinae) en el caso de las tiñas de las aves de corral y Nannizia nana (anteriormente Microsporum nanum) en las tiñas de los cerdos. La presencia de esta micosis suele ser muy baja en los sistemas de producción actual de estas especies animales. No obstante puede incrementarse cuando la higiene de las explotaciones es deficiente. A pesar de no ser frecuente, pueden aparecer en forma de brotes, como el que afectó no hace muchos años al 100% de las cerdas lactantes en una granja de cerdo ibérico extensivo (García-Sánchez et al. 2011)

También existen especies geófilas como Nannizzia gypsea (anteriormente Microsporum gypseum) que presentan su hábitat normal en los suelos y pueden producir tiñas tanto en el hombre como en los animales. Por otra parte, existen otras especies que presentan una morfología y filogenia común con los dermatofitos, pero que no se han descrito como agentes etiológicos de dermatofitosis, o sus descripciones como tales son dudosas. Son ejemplos las especies típicamente geófilas  Arthroderma uncinatum (anteriormente Trichophyton ajelloi) o Paraphyton cookei (anteriormente Microsporum cookei). Poco a poco nos vamos a tener que ir acostumbrando a estos cambios.

Figura1-Dermatofitos-Microsporum canis-FJ Cabañes-aemicol-AEM
Macroconidio de Microsporum canis ©F. Javier Cabañes.
Dermatofitos-Paraphyton cookei-FJ Cabañes-aemicol-AEM
Macroconidio de Paraphyton cookei ©F. Javier Cabañes.

Quitridiomicosis en anfibios. F. Javier Cabañes

Noviembre 2018.

Este mes recomendamos la lectura de dos artículos sobre la quitridiomicosis en anfibios en los que participa Jaime Bosch

El primero es un estudio genómico que utiliza más de 200 cepas de Batrachochytrium dendrobatidis, en el que se concreta el origen asiático de las cepas que están causando el declive de estos animales (O’Hanlon et al. 2018)

En el segundo se evalúa  la posible eficacia del itraconazol, un antifúngico utilizado comúnmente en el tratamiento de diversas micosis en los animales y en el hombre, para luchar contra esta devastadora enfermedad de los anfibios (Fernández-Loras et al. 2018)

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Ejemplar de Alytes obstetricans muerto por quitridiomicosis © Jaime Bosch
AEM-Micología animal-Hongo-asesino-JaimeBosch
Epidermis de un sapo muerto por quitridiomicosis en el que se observan los tubos de descarga de los esporangios de B. dendrobatidis . Microscopio electrónico de barrido
© Jaime Bosch