Dermatofitosis en perros y gatos: nuevas recomendaciones. F. Javier Cabañes

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Enero 2020.

Los dermatofitos siguen citándose entre las causas más frecuentes de problemas dermatológicos en los animales domésticos. No obstante, sólo un pequeño porcentaje de estas especies causan normalmente tiñas en los animales [Cabañes, 2000]. Tal como ya hemos comentado en este blog, los nombres de algunas de las especies que causan dermatofitosis han cambiado y actualmente se engloban en los géneros Lophophyton, Nannizzia, Microsporum y Trichophyton. Hay que destacar que los animales funcionan como reservorio de los denominados dermatofitos zoófilos y sus infecciones presentan una considerable importancia zoonótica, ya que se transmiten con cierta frecuencia al hombre. Por ejemplo, el gato es el principal reservorio de Microsporum canis, siendo esta especie la mayor responsable de las tiñas de los perros y de los gatos. En el caso de los gatos, el porcentaje de aislamiento suele ser superior al 90%. En ambas especies animales la dermatofitosis es una enfermedad frecuente en individuos jóvenes.

Típica lesión alopécica circular en un cachorro con dermatofitosis. La infección del dermatofito avanza de forma radial, afecta las raíces de los pelos y ocasiona su caída. Estos hongos se alimentan principalmente de la queratina presente en los pelos y en la piel. F. Javier Cabañes©

Tal como se indica en las últimas recomendaciones de consenso sobre el diagnóstico y el tratamiento de la dermatofitosis en gatos y perros [Moriello et al. 2017], aportadas en el ámbito de la Asociación Mundial de Dermatología Veterinaria, M. canis se encuentran entre los principales microorganismos, junto con Campylobacter spp., Salmonella spp., Toxoplasma gondii, que con frecuencia se consideran de mayor preocupación a ser transmitidos por estos animales a sus dueños y personal de alto riesgo en la clínica veterinaria.

No obstante, tal como se puntualiza en estas directrices, la dermatofitosis, a pesar de ser una conocida zoonosis que causa lesiones en la piel de los humanos, es tratable y curable. Sin embargo, estos autores resaltan que hay pocos estudios en los que se haya investigado con precisión qué proporción de tiñas que se producen en el hombre es atribuible a las mascotas. Las enfermedades asociadas a las mascotas pueden ocurrir en cualquier individuo, pero tienen mayor riesgo los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65, las embarazadas y las personas con algún tipo de inmunodeficiencia.

Observación directa de una zona cercana a la raíz del pelo, en el que se observa un patrón de infección de tipo ectotrix, típico de las dermatofitosis animales. Se pueden apreciar numerosos artroconidios alrededor del pelo, que son los elementos fúngicos responsables de la transmisión de la enfermedad. Tinción de azul de lactofenol. F. Javier Cabañes©

Esta enfermedad se transmite principalmente por contacto con el pelaje o las lesiones de la piel de un animal infectado. Las escamas y el pelo procedentes de estos animales se pueden acumular en el ambiente y son también posibles fuentes de infección. Esto se debe principalmente al gran número de artroconidios que se forman en el pelo de los animales con dermatofitosis, que presentan generalmente diámetros inferiores a los 5 micrómetros y que son los causantes de la infección. No obstante, es difícil determinar la verdadera prevalencia de esta enfermedad, ya que no es de declaración obligatoria. Si bien en estas recomendaciones ninguna de las pruebas diagnósticas utilizadas habitualmente fue escogida como la de elección, se destaca que lo importante es saber que técnicas nos permiten confirmar la presencia o ausencia de una infección activa en el animal. En el laboratorio, el diagnóstico se realiza de forma tradicional por medio de la observación directa de los pelos con sospecha de dermatofitosis, prueba de total especificidad pero que presenta una moderada sensibilidad. Se confirma mediante el cultivo de los pelos en medios apropiados, prueba que presenta mayor sensibilidad y permite además la identificación de la especie implicada. El cultivo también permite detectar la presencia de portadores mecánicos transitorios y los infectados sin lesiones aparentes, y monitorizar infecciones. Las técnicas de PCR pueden ser de utilidad, aunque hay que recordar que pueden dar resultados falsos positivos en casos de infecciones no activas, al detectar DNA de elementos fúngicos no viables. Con respecto al éxito del tratamiento en perros y gatos, en estas directrices se recomienda el uso simultáneo de antifúngicos sistémicos orales, como el itraconazol o la terbinafina, y la desinfección tópica del pelo de estos animales.

Erizos, tiñas y zoonosis: pueden llegar a picar mucho. F. Javier Cabañes

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Diciembre 2019.

En los últimos años, los erizos se han vuelto cada vez más populares como mascotas en todo el mundo. Esta moda empezó a principios de los años 90 en EEUU, cuando se importaron algunas especies de erizos africanos. Hace unos años, un diario inglés informaba que en el Reino Unido existían más de 100.000 erizos utilizados como mascotas. Las dos especies de erizo mascota más populares son el erizo pigmeo africano (Atelerix albiventris) y el erizo egipcio u orejudo (Hemiechinus auritus). Actualmente en España su popularidad ha disminuido, ya que desde 2013 se consideran especies exóticas invasoras y su posesión, reproducción y venta están prohibidas. Por otra parte, el erizo común (Erinaceus europaeus), la especie más numerosa de vida silvestre en Europa, está protegido y es ilegal tenerlo como mascota. Sin embargo en el siglo XIX, coincidiendo con la época victoriana, esta última especie se mantenía en las cocinas de algunas casas, con el fin de controlar la presencia de cucarachas y otros insectos. Esta costumbre hizo que el erizo común europeo colonizara territorios tan lejanos como Nueva Zelanda.

A lo largo de la evolución, algunas especies de dermatofitos se han adaptado a vivir en determinadas especies animales. Un ejemplo claro sería Trichophyton erinacei, especie que los erizos mantienen en la naturaleza. De hecho, la dermatofitosis es la micosis más común en estos animales, siendo T. erinacei prácticamente la única especie que se aísla en estos casos. No obstante existe cierta confusión en la bibliografía sobre la nomenclatura de esta especie ya que ha sido citada con distintos nombres (p.e. Trichophyton mentagrophytes, Arthroderma benhamiae) dependiendo del concepto de especie utilizado en cada momento.

En un estudio reciente realizado en nuestro laboratorio [Abarca et al. 2017], en el que se caracterizaron diez cepas de dermatofitos aisladas de erizos en España, todas ellas mostraron las mismas características morfológicas compatibles con T. erinacei. La identificación morfológica de estos hongos se confirmó mediante secuenciación del DNA, presentando todas las cepas la misma secuencia ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA. Esta secuencia mostró una similitud del 100% con la de la cepa tipo de T. erinacei.

Microconidios alargados dispuestos a lo largo de las hifas característicos de Trichophyton erinacei. F. Javier Cabañes©

Debido a la adaptación de este dermatofito a su hospedador, la sintomatología producida por la infección de T. erinacei en los erizos suele ser leve y poco inflamatoria. Generalmente se observa descamación, formación de costras alrededor de la cara y las orejas y, en casos de mayor gravedad, pérdida de espinas. El tratamiento con antifúngicos, como la terbinafina, es efectivo. No obstante, en un número elevado de animales la infección puede ser poco evidente o asintomática, incrementándose de esta forma el riesgo de transmisión a las personas que los manipulan.

Dermatofitosis en un erizo pigmeo africano causada por Trichophyton erinacei. Fotografía cortesía de Jaume Martorell©

Se conoce un número reducido de micosis que se puedan considerar zoonosis, y en las que exista una transmisión directa entre los animales y los humanos. Aunque no es frecuente, los erizos pueden transmitir esta tiña al hombre. En España el porcentaje de aislamientos de esta especie reflejados en estudios de dermatofitosis humana es muy bajo, siendo inferior al 0,5%. Los primeros casos de esta zoonosis se publican en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, relacionados con erizos silvestres europeos y africanos, respectivamente. Más recientemente, este tipo de zoonosis se ha notificado esporádicamente en muchos países, pero ya relacionados principalmente con el contacto con erizos mascota. Normalmente, las tiñas en el hombre por T. erinacei se suelen presentar frecuentemente en las manos y muñecas, debido a los hábitos de manipulación de estas mascotas. No obstante, en uno de los últimos casos publicados causados por esta especie [Jang et al. 2017], se describe la afectación del cuero cabelludo de un niño coreano que tenía como mascota un erizo. Este niño presentaba, una forma supurativa, muy inflamatoria y poco frecuente de tinea capitis denominada querion de Celso, que respondió bien al tratamiento con terbinafina. Como suele ser común en las tiñas, la infección en humanos por un dermatofito que presenta un reservorio animal, produce lesiones más inflamatorias que cuando no existe cambio en el hospedador.

Si bien T. erinacei es fácil de identificar en el laboratorio veterinario cuando se relacionan con casos de erizos, no lo es tanto en el ámbito de medicina humana, si no es que hay una sospecha de contacto del paciente con un erizo. Este dermatofito forma parte del complejo de especies de T. mentagrophytes, que son difícilmente diferenciables por su morfología. Se puede confundir sobre todo con T. benhamiae, especie principalmente transmitida por cobayos, T. interdigitale, especie típicamente antropófila productora de dermatofitosis no inflamatorias de las uñas y los pies y T. mentagrophytes sensu stricto, que causa infecciones inflamatorias transmitidas por distintas especies animales. Por este motivo es importante confirmar su identificación mediante técnicas de secuenciación del DNA.

Tsunamis y cambios en la etiología de la criptococosis canina y felina. F. Javier Cabañes

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Noviembre 2019.

La criptococosis es una micosis esporádica y poco frecuente que afecta a una gran variedad de animales en todo el mundo. Está causada por unas levaduras pertenecientes a los basidiomicetos que se agrupan en los complejos de especies de Cryptococcus neoformans y Cryptococcus gattii, cuya especiación se mantiene controvertida desde hace muchos años. En la última revisión taxonómica, basada principalmente en el análisis filogenético de estos complejos, se ha propuesto dividir C. neoformans en dos especies y C. gattii en cinco, describiéndose también la presencia de distintos híbridos [Hagen et al. 2015].

Característica cápsula de una célula de C. neoformans gemando. Tinción negativa con tinta china de un aspirado ganglionar de un gato con criptococosis e infectado con el virus de la immunodeciencia felina. Micología animal. Animal Mycology AEM.
Característica cápsula de una célula de C. neoformans gemando. Tinción negativa con tinta china de un aspirado ganglionar de un gato con criptococosis e infectado con el virus de la immunodeciencia felina. F. Javier Cabañes©

En los animales domésticos la infección se origina en la cavidad nasal, tras la inhalación de la levadura. En el gato y en el perro, suele diseminarse al sistema respiratorio y al sistema nervioso central, detectándose también formas cutáneas en casos avanzados. A pesar de ser poco frecuente, la criptococosis es la micosis sistémica más común en los gatos. El tratamiento suele combinar la resección quirúrgica de los granulomas y el tratamiento con antifúngicos. En caballos, ovejas y cabras suele afectar al sistema respiratorio, mientras que en las vacas suele ser una micosis localizada a nivel de la glándula mamaria [Castellá et al. 2008]. El examen citológico de los aspirados obtenidos de ganglios, nódulos o de líquido cefalorraquídeo, entre otras muestras, permite visualizar la presencia de la cápsula característica en estas levaduras. Aunque estas levaduras crecen bien en los medios de cultivo utilizados en clínica, su identificación a nivel de especie es compleja, necesitando la utilización de diversas técnicas (p.e. AFLP, MLST, RFLP) para definir los distintos tipos moleculares.

Numerosas células de  C. neoformans en una impronta de un nódulo subcutáneo de un perro con criptococosis. Tinción de PAS. Micología animal. Animal Mycology AEM.
Numerosas células de C. neoformans en una impronta de un nódulo subcutáneo de un perro con criptococosis. Tinción de PAS. F. Javier Cabañes©

En perros y gatos, la especie más frecuentemente aislada es C. neoformans, que incluye los tipos moleculares VNI-VNII/AFLP1. La nueva especie C. deneoformans (VNIV/AFLP2) se aísla en menor proporción. Un importante reservorio ambiental de ambas especies son los excrementos de paloma y de otras aves. Hasta finales del siglo XX, la mayoría de los casos en perros y gatos se relacionaban con infecciones producidas por el complejo C. neoformans. Este complejo presenta distribución ubicua y se considera un patógeno oportunista que causa enfermedad principalmente en pacientes inmunodeprimidos. De hecho, era raro encontrar en la bibliografía casos producidos por cepas del complejo C. gattii, con la excepción de los descritos en Australia donde está ampliamente distribuido. En este caso se trata de un patógeno primario considerado endémico de regiones tropicales y subtropicales, presente en la naturaleza en suelos y numerosas especies de árboles. No obstante en las dos últimas décadas han ido apareciendo casos en distintas especies animales producidas por cepas del complejo C. gattii en zonas templadas de otros continentes, como el europeo o el americano. Existen diferentes hipótesis que podrían explicar este cambio en la etiología de la criptococosis como la importación de eucaliptos de Australia, el calentamiento global, las corrientes oceánicas y eólicas, el movimiento de animales y de manera sorpresiva los tsunamis [Engelthaler y Casadevall, 2019].

En este último caso, podría ser que un tsunami acontecido a mediados del siglo pasado, que afectó determinadas zonas de la costa noroeste de Canadá y EEUU, fuese el causante de la introducción de algunas cepas del complejo C. gattii típicos de zonas más cálidas. Estas cepas habrían llegado mediante transporte marítimo desde Sudamérica, posiblemente en el agua de lastre de los buques.

Aunque desconocemos la distribución global de las nuevas especies, C. gattii (VGI/AFLP4), C. deuterogattii (VGII/AFLP6) y C. bacillosporus (VGIII/AFLP5) se aíslan con menor frecuencia de casos de criptococosis en perros y gatos. No obstante, C. deuterogattii es la principal responsable del brote de criptococosis humana aparecido en 1999 en la Isla de Vancouver (British Columbia, Canadá), que también afectó a perros y gatos. Esta especie también se ha detectado en distintos estados de la región del Noroeste del Pacífico de EEUU. Asimismo, parece ser que C. bacillosporus se aísla frecuentemente en casos de criptococosis felina en California (EEUU), pero no en perros. Por último, C. tetragattii (VGIV/ AFLP7) y C. decagattii (AFLP10) son especies raras y se desconoce por el momento su presencia en estos animales.

Micosis de las bolsas guturales: simpatía por Aspergillus nidulans. F. Javier Cabañes

Octubre 2019.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Los caballos presentan unas estructuras anatómicas que contienen aire, situadas en el lado dorsal de la cavidad faríngea denominadas bolsas guturales. Las paredes de estas bolsas están en contacto con nervios y vasos importantes que riegan el cerebro. Por este motivo, el desarrollo de ciertas especies fúngicas en las mucosas de estas bolsas puede ser la causa de una micosis especialmente grave. El crecimiento del hongo erosiona las arterias carótidas, produciéndose hemorragias importantes que causan la muerte fulminante del animal.

 Micelio de color blanquecino de una placa micótica detectada en una bolsa gutural de un caballo. F. Javier Cabañes© Mycology Micología AEM
Micelio de color blanquecino de una placa micótica detectada en una bolsa gutural de un caballo. F. Javier Cabañes©

Uno de los signos iniciales más frecuentes en estos casos es la presencia de hemorragia nasal. También se suele detectar disfagia, debido a la afectación de diversos nervios anejos que controlan la deglución, y determinadas afecciones neurológicas. El tratamiento de elección suele ser quirúrgico, mientras que la terapia con antifúngicos presenta una eficacia cuestionable [Lepage et al. 2004]. Parece ser que esta micosis es más común de lo que se piensa, aunque raramente se identifica la especie fúngica participante. De las especies implicadas destaca, de forma extraordinaria, Aspergillus nidulans por su alta frecuencia de aislamiento, en comparación con el bajo porcentaje que presenta en general esta especie en otras micosis. Sus cultivos se caracterizan por presentar ascosporas rojizas, lenticulares, de paredes lisas con dos crestas ecuatoriales, formadas en cleistotecios marrón rojizos rodeados de numerosas células de Hülle, lo que la diferencian fácilmente de la mayoría de especies de este género [Cabañes et al. 2002]. Las colonias suelen presentar diversas coloraciones según los medios de cultivo utilizados, creciendo perfectamente a 45ºC.

Anverso de las colonias de una cepa de Aspergillus nidulans aislada de un caso de micosis de las bolsas guturales. El cultivo se realizó en el medio agar Czapek extracto de levadura. a 37°C. Se puede observar las gotas de exudado sobre las colonias y el pigmento difusible, ambos de color rojizo, característicos de esta especie al desarrollarse en este medio. F. Javier Cabañes©

También es extraordinario el porcentaje de aspergilosis invasora causada por A. nidulans en pacientes humanos con enfermedad granulomatosa crónica, una inmunodeficiencia primaria rara que afecta principalmente a la función de los fagocitos, que puede llegar a ser del 33%. De forma general, las aspergilosis invasoras tienen lugar en pacientes con neoplasias hematológicas e inmunodeficiencias importantes y están causadas comúnmente por Aspergillus fumigatus, siendo A. nidulans responsable de tan sólo el 1% de los casos. Investigaciones recientes [Gresnigt et al. 2018] demuestran que los conidios de esta especie son fagocitados y procesados por los macrófagos a un ritmo más lento en comparación con los de A. fumigatus, por lo que se reduce la tasa de mortalidad fúngica y aumenta la germinación de los conidios. Esta tasa más lenta de eliminación de A. nidulans podría permitir un crecimiento excesivo de esta especie en ciertos ambientes inmunes.

Desconocemos si esta diferencia de respuesta inmune innata se produce en las bolsas guturales. No obstante, la diferente actividad fagocitaria demostrada frente a estas dos especies fúngicas podría facilitar la colonización de A. nidulans en este entorno y por lo tanto también podría ser la responsable del elevado porcentaje de casos producidos de micosis de las bolsas guturales por esta especie.

Aspergilosis, avicultura y resistencia a antifúngicos. F. Javier Cabañes

Septiembre 2019.

La aspergilosis aviar es principalmente una enfermedad respiratoria que afecta a todo tipo de aves y que está causada mayoritariamente por Aspergillus fumigatus. Factores como la presencia abundante de conidios en el ambiente, la afectación del sistema inmunitario por stress, entre otras causas, y el especial tracto respiratorio que presentan estos animales, los hacen más susceptibles a la infección por esta especie.

En avicultura, los sistemas intensivos de producción pueden llegar a favorecer algunas de estas situaciones si las condiciones de manejo e higiene no son las adecuadas. Son críticas las cámaras de incubación de huevos, las salas de nacimiento y la calidad de las yacijas utilizadas para los pollitos. En estas instalaciones se pueden llegar a concentrar a una elevada cantidad de conidios que presentan diámetros de unos 2-3 micrómetros en el caso de A. fumigatus, siendo de los más pequeños que nos podemos encontrar en las especies de Aspergillus.

Características cabezas conidiales de Aspergillus fumigatus. Los conidios presentan diámetros de alrededor de 2-3 micrómetros. F. Javier Cabañes©

Una de las principales vías de entrada de los conidios en las incubadoras son los huevos contaminados. Las esporas presentes en la cáscara pueden penetrar al interior del huevo por finas grietas presentes en la misma, y encontrar las condiciones óptimas de cultivo para generar millones de nuevos conidios en pocas horas. Los conidios de A. fumigatus se mantienen y pueden incrementarse rápidamente en una amplia gama de condiciones, pero sobre todo en materia orgánica como la yema de huevo, cajas de cartón, serrín, viruta, paja troceada y residuos de pienso, que se pueden encontrar en distintas salas utilizadas en la producción avícola. Además las condiciones de alta humedad y temperatura (37-45°C) que se dan en estas instalaciones favorecen el crecimiento de esta especie termófila.

Los pollitos aspiran estas esporas y debido a su pequeño tamaño llegan fácilmente a pulmones y sacos aéreos causando la forma aguda de la enfermedad. Esta forma es la responsable del aumento de mortalidad observada en los primeros días de vida de los pollitos. En las aves infectadas, los sacos aéreos y los pulmones suelen presentar nódulos blancos o amarillentos e incluso placas micóticas verdosas características de esta especie. Las formas subagudas y crónicas se detectan en aves de mayor edad y la infección puede llegar a diseminarse a otros órganos.

Neumonía granulomatosa en un caso de aspergilosis aviar. Se observan abundantes nódulos en los pulmones de un pollo de engorde. Fotografía cortesía de Natàlia Majó (Servicio de Diagnóstico de Patología Veterinaria. UAB) ©

En contraste con lo que ocurre con los aislamientos realizados en otros animales o en el hombre, en aves de corral e instalaciones dedicadas a su producción, de la sección Fumigati, sólo se aíslan cepas de A. fumigatus sensu stricto. Aunque no existen muchos estudios sobre este tema, no se han detectado especies crípticas próximas a esta especie (ver blog julio 2019). En un estudio realizado con 175 cepas procedentes mayoritariamente de aves de corral de Francia y China, todas fueron identificadas como A. fumigatus [Wang et al. 2014]. Ninguna de las cepas estudiadas fue considerada resistente al itraconazol. Si bien el tratamiento con antifúngicos no se practica en estos sistemas de producción, si se pueden utilizar determinados azoles para la desinfección de las instalaciones, y/o la prevención de algunas micosis. Por lo tanto, tiene importancia conocer el riesgo potencial de aparición de cepas resistentes relacionadas con la producción avícola, ya que la resistencia a antifúngicos en cepas de A. fumigatus de origen clínico y ambientales es un problema emergente.

Diversos antifúngicos triazólicos (p.e. itraconazol, voriconazol) se recomiendan como fármacos de elección en el tratamiento y la profilaxis de la aspergilosis en humanos, siendo el factor principal de la selección de cepas resistentes en A. fumigatus. No obstante, también se han detectado numerosas cepas resistentes de esta especie que se relacionan con el uso masivo de numerosos fungicidas triazólicos en agricultura para prevenir y controlar diversas enfermedades en cereales, frutas, legumbres y plantas ornamentales [Chowdhary et al. 2013]. No sabemos si esto mismo acabará ocurriendo en las explotaciones avícolas donde A. fumigatus sigue prevaleciendo.