Super hongos y especies de Scedosporium

F. Javier Cabañes

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

En la última guía publicada sobre el diagnóstico y el manejo de micosis raras en humanos causadas por hongos miceliares, se subraya la elevada resistencia a los antifúngicos que presentan algunas de las especies que las causan y se dan pautas para su tratamiento [Hoenigl et al. 2021]. En algunas ocasiones estos hongos tienen predilección por infectar gravemente a personas con enfermedades subyacentes, presentando una alta tasa de mortalidad.

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Scedosporium apiospermum: conidiogénesis del sinanamorfo tipo Scedosporium. Se pueden apreciar conidios obovoides sobre varias células conidiógenas anelídicas no infladas en su base. Microscopio de contraste de fases. F. Javier Cabañes©

Entre estos super hongos destaca la especie que produce la lomentosporiosis, Lomentospora prolificans (anteriormente Scedosporium prolificans) que es un hongo saprofito de suelos. La mayoría de casos descritos se citan en Australia y el suroeste de EE.UU. y en menor porcentaje en España, Alemania y Japón. No obstante, se desconocen en gran medida los datos de prevalencia e incidencia de esta micosis. Esta especie parece ser intrínsicamente resistente a la mayoría de los antifúngicos utilizados, mostrando valores de CMI elevados para anfotericina B, itraconazol, voriconazol, posaconazol, terbinafina, caspofungina, micafungina y anidulafungina. En esta guía se recomienda la terapia antifúngica combinada para el tratamiento de estas infecciones, en particular voriconazol y terbinafina, entre otros.

La identificación de L. prolificans se consigue mediante el examen macroscópico y microscópico de sus colonias. Éstas suelen ser negruzcas de aspecto húmedo y presentan unas características células conidiógenas anelídicas en forma de frasco que forman conidios obovoides. No obstante, la identificación debe confirmarse mediante la posterior secuenciación de la región ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA.

Super hongos y especies de Scedosporium
Cultivo puro de Scedosporium apiospermum creciendo en una placa de agar glucosado de Sabouraud suplementada con cloranfenicol e inoculada con material de la biopsia nasal de un perro con escedosporiosis. Nótese el aspecto algodonoso de las colonias. F. Javier Cabañes©

La identificación de L. prolificans se puede conseguir mediante la caracterización morfológica macroscópica y microscópica de los aislamientos. Las colonias suelen ser negruzcas de aspecto húmedo y presentan unas características células conidiógenas anelídicas en forma de frasco que forman conidios obovoides. No obstante, la identificación debe confirmarse mediante la posterior secuenciación de la región ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA.

También hay que destacar las productoras de escedosporiosis, causadas por distintas especies del género Scedosporium y principalmente por algunas de las incluidas en el complejo Scedosporium apiospermum, como Scedosporium apiospermum sensu stricto y Scedosporium boydii. En el ámbito clínico, estas dos últimas son las más aisladas en todo el mundo. A diferencia de L. prolificans, pueden presentar dos formas de reproducción asexual (sinanamorfos tipo Scedosporium  y tipo Graphium) con células conidiógenas no infladas, que forman mayoritariamente conidios obovoides o elipsoidales. Para confirmar su identificación a nivel de especie, se requiere la secuenciación tanto de los ITS como del gen de la β- tubulina.

Super hongos y especies de Scedosporium
Observación directa del material de la biopsia nasal de un perro en la que se aprecian numerosos conidios obovoides e hifas. Tinción de azul algodón. F. Javier Cabañes©

La mayoría de los casos se han registrado en EE.UU., Australia, Alemania, India, España y Japón. Estas especies presentan también valores altos de CMI para anfotericina B, isavuconazol, itraconazol y fluconazol. Los valores de CMI más bajos se obtienen para voriconazol, posaconazol y las equinocandinas. Estas directrices recomiendan principalmente el voriconazol para el tratamiento de estas micosis y el uso del desbridamiento quirúrgico, cuando sea aplicable.

En animales estas micosis son también muy raras. Los casos más frecuentemente publicados son los que afectan a perros, pero apenas se han descrito una veintena de ellos (búsqueda en Pubmed utilizando los siguientes descriptores: “Scedosporium” AND “dogs” y “Pseudallescheria” AND “dogs”; 28 de abril de 2021).

Las lomentosporiosis son las menos frecuentes y se han descrito exclusivamente casos de infecciones diseminadas en perros inmunodeprimidos, presentando mal pronóstico. De los pocos casos existentes, la mayoría se localizan también en Australia. Uno de estos casos afectó a un animal que estaba recibiendo un tratamiento farmacológico inmunosupresor para la anemia hemolítica inmunomediada que presentaba [Taylor et al. 2014]. La cepa de L. prolificans aislada fue resistente a todos los antifúngicos ensayados: anfotericina B, 5-fluorocitosina, itraconazol, fluconazol, voriconazol, posaconazol, caspofungina, micafungina y anidulafungina. A pesar de la interrupción de la medicación inmunosupresora y de una respuesta inicial al tratamiento con voriconazol y terbinafina, el perro desarrolló una enfermedad progresiva con signos neurológicos que hizo necesaria la eutanasia a los seis meses del diagnóstico.

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Prueba de sensibilidad a los antifúngicos de la cepa de Scedosporium apiospermum aislada del perro con escedosporiosis, realizada con una técnica de difusión. El halo de inhibición más grande corresponde a ketoconazol y el menor a clotrimazol. No se observó halo de inhibición para itraconazol. F. Javier Cabañes©

Aunque en las escedosporiosis en perros también incluyen infecciones diseminadas, son más frecuentes las infecciones localizadas, que afectan principalmente a la cavidad nasal, cavidad abdominal y a la córnea. Ya hace muchos años, en nuestro laboratorio tuvimos la oportunidad de describir, en colaboración con distintos especialistas de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, el primer caso de un granuloma fúngico en la cavidad nasal producido por S. apiospermum [Cabañes et al. 1998]. Los agentes etiológicos comúnmente aislados en este tipo de micosis suelen ser especies de Aspergillus, principalmente A. fumigatus [Cabañes, 2020]. A parte de aislar el agente etiológico de las muestras, se pudo evidenciar su papel en el proceso patológico mediante técnicas radiológicas e histológicas. La rinoscopia reveló la destrucción del hueso vómer y una gran masa ocluyendo completamente la cavidad nasal.

Si bien las técnicas de evaluación de la susceptibilidad de los hongos miceliares a los agentes antifúngicos no estaban estandarizadas en ese momento (p.e. CLSI, EUCAST) se pudo realizar también una evaluación de los antifúngicos que podían ser de interés para el tratamiento del caso, mediante una técnica de difusión. La cepa aislada fue sensible a ketoconazol, de sensibilidad intermedia al clotrimazol y resistente a la anfotericina B, 5-fluorocitosina, fluconazol e itraconazol. Aunque los resultados “in vivo” no siempre pueden extrapolarse a partir de los resultados obtenidos “in vitro” en este tipo de pruebas, durante el tratamiento con ketoconazol se observó una mejora general de las lesiones. Después de un mes, la secreción nasal disminuyó y los estornudos desaparecieron. Desgraciadamente, pocos meses después el perro murió atropellado por un coche. Los accidentes de tráfico siguen siendo una causa importante de mortalidad en perros.

Dermatofitosis en perros y gatos: nuevas recomendaciones. F. Javier Cabañes

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Enero 2020.

Los dermatofitos siguen citándose entre las causas más frecuentes de problemas dermatológicos en los animales domésticos. No obstante, sólo un pequeño porcentaje de estas especies causan normalmente tiñas en los animales [Cabañes, 2000]. Tal como ya hemos comentado en este blog, los nombres de algunas de las especies que causan dermatofitosis han cambiado y actualmente se engloban en los géneros Lophophyton, Nannizzia, Microsporum y Trichophyton. Hay que destacar que los animales funcionan como reservorio de los denominados dermatofitos zoófilos y sus infecciones presentan una considerable importancia zoonótica, ya que se transmiten con cierta frecuencia al hombre. Por ejemplo, el gato es el principal reservorio de Microsporum canis, siendo esta especie la mayor responsable de las tiñas de los perros y de los gatos. En el caso de los gatos, el porcentaje de aislamiento suele ser superior al 90%. En ambas especies animales la dermatofitosis es una enfermedad frecuente en individuos jóvenes.

Típica lesión alopécica circular en un cachorro con dermatofitosis. La infección del dermatofito avanza de forma radial, afecta las raíces de los pelos y ocasiona su caída. Estos hongos se alimentan principalmente de la queratina presente en los pelos y en la piel. F. Javier Cabañes©

Tal como se indica en las últimas recomendaciones de consenso sobre el diagnóstico y el tratamiento de la dermatofitosis en gatos y perros [Moriello et al. 2017], aportadas en el ámbito de la Asociación Mundial de Dermatología Veterinaria, M. canis se encuentran entre los principales microorganismos, junto con Campylobacter spp., Salmonella spp., Toxoplasma gondii, que con frecuencia se consideran de mayor preocupación a ser transmitidos por estos animales a sus dueños y personal de alto riesgo en la clínica veterinaria.

No obstante, tal como se puntualiza en estas directrices, la dermatofitosis, a pesar de ser una conocida zoonosis que causa lesiones en la piel de los humanos, es tratable y curable. Sin embargo, estos autores resaltan que hay pocos estudios en los que se haya investigado con precisión qué proporción de tiñas que se producen en el hombre es atribuible a las mascotas. Las enfermedades asociadas a las mascotas pueden ocurrir en cualquier individuo, pero tienen mayor riesgo los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65, las embarazadas y las personas con algún tipo de inmunodeficiencia.

Observación directa de una zona cercana a la raíz del pelo, en el que se observa un patrón de infección de tipo ectotrix, típico de las dermatofitosis animales. Se pueden apreciar numerosos artroconidios alrededor del pelo, que son los elementos fúngicos responsables de la transmisión de la enfermedad. Tinción de azul de lactofenol. F. Javier Cabañes©

Esta enfermedad se transmite principalmente por contacto con el pelaje o las lesiones de la piel de un animal infectado. Las escamas y el pelo procedentes de estos animales se pueden acumular en el ambiente y son también posibles fuentes de infección. Esto se debe principalmente al gran número de artroconidios que se forman en el pelo de los animales con dermatofitosis, que presentan generalmente diámetros inferiores a los 5 micrómetros y que son los causantes de la infección. No obstante, es difícil determinar la verdadera prevalencia de esta enfermedad, ya que no es de declaración obligatoria. Si bien en estas recomendaciones ninguna de las pruebas diagnósticas utilizadas habitualmente fue escogida como la de elección, se destaca que lo importante es saber que técnicas nos permiten confirmar la presencia o ausencia de una infección activa en el animal. En el laboratorio, el diagnóstico se realiza de forma tradicional por medio de la observación directa de los pelos con sospecha de dermatofitosis, prueba de total especificidad pero que presenta una moderada sensibilidad. Se confirma mediante el cultivo de los pelos en medios apropiados, prueba que presenta mayor sensibilidad y permite además la identificación de la especie implicada. El cultivo también permite detectar la presencia de portadores mecánicos transitorios y los infectados sin lesiones aparentes, y monitorizar infecciones. Las técnicas de PCR pueden ser de utilidad, aunque hay que recordar que pueden dar resultados falsos positivos en casos de infecciones no activas, al detectar DNA de elementos fúngicos no viables. Con respecto al éxito del tratamiento en perros y gatos, en estas directrices se recomienda el uso simultáneo de antifúngicos sistémicos orales, como el itraconazol o la terbinafina, y la desinfección tópica del pelo de estos animales.

Erizos, tiñas y zoonosis: pueden llegar a picar mucho. F. Javier Cabañes

F. Javier Cabañes.

Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.

Diciembre 2019.

En los últimos años, los erizos se han vuelto cada vez más populares como mascotas en todo el mundo. Esta moda empezó a principios de los años 90 en EEUU, cuando se importaron algunas especies de erizos africanos. Hace unos años, un diario inglés informaba que en el Reino Unido existían más de 100.000 erizos utilizados como mascotas. Las dos especies de erizo mascota más populares son el erizo pigmeo africano (Atelerix albiventris) y el erizo egipcio u orejudo (Hemiechinus auritus). Actualmente en España su popularidad ha disminuido, ya que desde 2013 se consideran especies exóticas invasoras y su posesión, reproducción y venta están prohibidas. Por otra parte, el erizo común (Erinaceus europaeus), la especie más numerosa de vida silvestre en Europa, está protegido y es ilegal tenerlo como mascota. Sin embargo en el siglo XIX, coincidiendo con la época victoriana, esta última especie se mantenía en las cocinas de algunas casas, con el fin de controlar la presencia de cucarachas y otros insectos. Esta costumbre hizo que el erizo común europeo colonizara territorios tan lejanos como Nueva Zelanda.

A lo largo de la evolución, algunas especies de dermatofitos se han adaptado a vivir en determinadas especies animales. Un ejemplo claro sería Trichophyton erinacei, especie que los erizos mantienen en la naturaleza. De hecho, la dermatofitosis es la micosis más común en estos animales, siendo T. erinacei prácticamente la única especie que se aísla en estos casos. No obstante existe cierta confusión en la bibliografía sobre la nomenclatura de esta especie ya que ha sido citada con distintos nombres (p.e. Trichophyton mentagrophytes, Arthroderma benhamiae) dependiendo del concepto de especie utilizado en cada momento.

En un estudio reciente realizado en nuestro laboratorio [Abarca et al. 2017], en el que se caracterizaron diez cepas de dermatofitos aisladas de erizos en España, todas ellas mostraron las mismas características morfológicas compatibles con T. erinacei. La identificación morfológica de estos hongos se confirmó mediante secuenciación del DNA, presentando todas las cepas la misma secuencia ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA. Esta secuencia mostró una similitud del 100% con la de la cepa tipo de T. erinacei.

Microconidios alargados dispuestos a lo largo de las hifas característicos de Trichophyton erinacei. F. Javier Cabañes©

Debido a la adaptación de este dermatofito a su hospedador, la sintomatología producida por la infección de T. erinacei en los erizos suele ser leve y poco inflamatoria. Generalmente se observa descamación, formación de costras alrededor de la cara y las orejas y, en casos de mayor gravedad, pérdida de espinas. El tratamiento con antifúngicos, como la terbinafina, es efectivo. No obstante, en un número elevado de animales la infección puede ser poco evidente o asintomática, incrementándose de esta forma el riesgo de transmisión a las personas que los manipulan.

Dermatofitosis en un erizo pigmeo africano causada por Trichophyton erinacei. Fotografía cortesía de Jaume Martorell©

Se conoce un número reducido de micosis que se puedan considerar zoonosis, y en las que exista una transmisión directa entre los animales y los humanos. Aunque no es frecuente, los erizos pueden transmitir esta tiña al hombre. En España el porcentaje de aislamientos de esta especie reflejados en estudios de dermatofitosis humana es muy bajo, siendo inferior al 0,5%. Los primeros casos de esta zoonosis se publican en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, relacionados con erizos silvestres europeos y africanos, respectivamente. Más recientemente, este tipo de zoonosis se ha notificado esporádicamente en muchos países, pero ya relacionados principalmente con el contacto con erizos mascota. Normalmente, las tiñas en el hombre por T. erinacei se suelen presentar frecuentemente en las manos y muñecas, debido a los hábitos de manipulación de estas mascotas. No obstante, en uno de los últimos casos publicados causados por esta especie [Jang et al. 2017], se describe la afectación del cuero cabelludo de un niño coreano que tenía como mascota un erizo. Este niño presentaba, una forma supurativa, muy inflamatoria y poco frecuente de tinea capitis denominada querion de Celso, que respondió bien al tratamiento con terbinafina. Como suele ser común en las tiñas, la infección en humanos por un dermatofito que presenta un reservorio animal, produce lesiones más inflamatorias que cuando no existe cambio en el hospedador.

Si bien T. erinacei es fácil de identificar en el laboratorio veterinario cuando se relacionan con casos de erizos, no lo es tanto en el ámbito de medicina humana, si no es que hay una sospecha de contacto del paciente con un erizo. Este dermatofito forma parte del complejo de especies de T. mentagrophytes, que son difícilmente diferenciables por su morfología. Se puede confundir sobre todo con T. benhamiae, especie principalmente transmitida por cobayos, T. interdigitale, especie típicamente antropófila productora de dermatofitosis no inflamatorias de las uñas y los pies y T. mentagrophytes sensu stricto, que causa infecciones inflamatorias transmitidas por distintas especies animales. Por este motivo es importante confirmar su identificación mediante técnicas de secuenciación del DNA.