Erizos, tiñas y zoonosis: pueden llegar a picar mucho. F. Javier Cabañes
F. Javier Cabañes.
Grupo de Micología Veterinaria, Departamento de Sanidad y Anatomía Animales, Facultad de Veterinaria, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, España.
Diciembre 2019.
En los últimos años, los erizos se han vuelto cada vez más populares como mascotas en todo el mundo. Esta moda empezó a principios de los años 90 en EEUU, cuando se importaron algunas especies de erizos africanos. Hace unos años, un diario inglés informaba que en el Reino Unido existían más de 100.000 erizos utilizados como mascotas. Las dos especies de erizo mascota más populares son el erizo pigmeo africano (Atelerix albiventris) y el erizo egipcio u orejudo (Hemiechinus auritus). Actualmente en España su popularidad ha disminuido, ya que desde 2013 se consideran especies exóticas invasoras y su posesión, reproducción y venta están prohibidas. Por otra parte, el erizo común (Erinaceus europaeus), la especie más numerosa de vida silvestre en Europa, está protegido y es ilegal tenerlo como mascota. Sin embargo en el siglo XIX, coincidiendo con la época victoriana, esta última especie se mantenía en las cocinas de algunas casas, con el fin de controlar la presencia de cucarachas y otros insectos. Esta costumbre hizo que el erizo común europeo colonizara territorios tan lejanos como Nueva Zelanda.
A lo largo de la evolución, algunas especies de dermatofitos se han adaptado a vivir en determinadas especies animales. Un ejemplo claro sería Trichophyton erinacei, especie que los erizos mantienen en la naturaleza. De hecho, la dermatofitosis es la micosis más común en estos animales, siendo T. erinacei prácticamente la única especie que se aísla en estos casos. No obstante existe cierta confusión en la bibliografía sobre la nomenclatura de esta especie ya que ha sido citada con distintos nombres (p.e. Trichophyton mentagrophytes, Arthroderma benhamiae) dependiendo del concepto de especie utilizado en cada momento.
En un estudio reciente realizado en nuestro laboratorio [Abarca et al. 2017], en el que se caracterizaron diez cepas de dermatofitos aisladas de erizos en España, todas ellas mostraron las mismas características morfológicas compatibles con T. erinacei. La identificación morfológica de estos hongos se confirmó mediante secuenciación del DNA, presentando todas las cepas la misma secuencia ITS1-5.8S-ITS2 del rDNA. Esta secuencia mostró una similitud del 100% con la de la cepa tipo de T. erinacei.
Debido a la adaptación de este dermatofito a su hospedador, la sintomatología producida por la infección de T. erinacei en los erizos suele ser leve y poco inflamatoria. Generalmente se observa descamación, formación de costras alrededor de la cara y las orejas y, en casos de mayor gravedad, pérdida de espinas. El tratamiento con antifúngicos, como la terbinafina, es efectivo. No obstante, en un número elevado de animales la infección puede ser poco evidente o asintomática, incrementándose de esta forma el riesgo de transmisión a las personas que los manipulan.
Se conoce un número reducido de micosis que se puedan considerar zoonosis, y en las que exista una transmisión directa entre los animales y los humanos. Aunque no es frecuente, los erizos pueden transmitir esta tiña al hombre. En España el porcentaje de aislamientos de esta especie reflejados en estudios de dermatofitosis humana es muy bajo, siendo inferior al 0,5%. Los primeros casos de esta zoonosis se publican en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, relacionados con erizos silvestres europeos y africanos, respectivamente. Más recientemente, este tipo de zoonosis se ha notificado esporádicamente en muchos países, pero ya relacionados principalmente con el contacto con erizos mascota. Normalmente, las tiñas en el hombre por T. erinacei se suelen presentar frecuentemente en las manos y muñecas, debido a los hábitos de manipulación de estas mascotas. No obstante, en uno de los últimos casos publicados causados por esta especie [Jang et al. 2017], se describe la afectación del cuero cabelludo de un niño coreano que tenía como mascota un erizo. Este niño presentaba, una forma supurativa, muy inflamatoria y poco frecuente de tinea capitis denominada querion de Celso, que respondió bien al tratamiento con terbinafina. Como suele ser común en las tiñas, la infección en humanos por un dermatofito que presenta un reservorio animal, produce lesiones más inflamatorias que cuando no existe cambio en el hospedador.
Si bien T. erinacei es fácil de identificar en el laboratorio veterinario cuando se relacionan con casos de erizos, no lo es tanto en el ámbito de medicina humana, si no es que hay una sospecha de contacto del paciente con un erizo. Este dermatofito forma parte del complejo de especies de T. mentagrophytes, que son difícilmente diferenciables por su morfología. Se puede confundir sobre todo con T. benhamiae, especie principalmente transmitida por cobayos, T. interdigitale, especie típicamente antropófila productora de dermatofitosis no inflamatorias de las uñas y los pies y T. mentagrophytes sensu stricto, que causa infecciones inflamatorias transmitidas por distintas especies animales. Por este motivo es importante confirmar su identificación mediante técnicas de secuenciación del DNA.