El síndrome de la nariz blanca en murciélagos: una devastadora epizootia en Norteamérica. F. Javier Cabañes

Marzo 2019.

En los últimos años,  una de las micosis que más ha llamado la atención, tanto a nivel científico como en los medios de comunicación, se denomina síndrome de la nariz blanca. Este nombre hace mención al crecimiento fúngico blanquecino que presentan en el hocico los murciélagos afectados cuando están hibernando. Está causada por la infección de Pseudogymnoascus destructans (Ascomycota, Pseudeurotiaceae) y desde el 2006, año en que fue detectada por primera vez en el estado de Nueva York, esta epidemia fúngica está diezmando la población de determinadas especies de murciélagos insectívoros de gran valor ecológico, en distintas zonas de Norteamérica. Millones de murciélagos han muerto por esta enfermedad y algunas especies están amenazadas de extinción (p.e.  Myotis septentrionalisMyotis sodalis). En otras partes del mundo, como por ejemplo en Europa, se ha detectado también esta enfermedad pero sin asociarse a esta inusual mortalidad. Parece ser que los animales en estas localizaciones han ido adquiriendo una inmunidad o tolerancia a este patógeno, que no posee la población de murciélagos americana, y que por lo tanto se encuentra desprotegida.

El agente causal es un hongo tolerante al frío, incapaz de crecer a temperaturas superiores a los 20ºC y próximo a especies saprófitas del género Geomyces que se aíslan comúnmente de suelos. Por este motivo, los animales son vulnerables cuando su temperatura corporal se reduce drásticamente durante los periodos de hibernación (Blehert, 2012). En estas condiciones, esta especie se convierte en un patógeno agresivo, infectando inicialmente las capas más externas de la piel y llegando a invadir la dermis. De especial gravedad en estos casos es la afectación de las alas, ya que presentan un papel importante en el mantenimiento de la homeostasis en estos animales. Esta infección también les provoca frecuentes interrupciones en su letargo, que ocasionan la pérdida de las reservas de energía y les llega a producir la muerte.

El nombre de esta enfermedad, síndrome de la nariz blanca, hace mención al crecimiento fúngico blanquecino que presentan frecuentemente los murciélagos en el hocico cuando están hibernando. Fotografía cortesía de Peter Pattavina, USFWS.

Por el momento no se conoce el origen exacto de esta epizootia en Norteamérica. No obstante recientes estudios filogenéticos realizados con cepas de P. destructans de distintas zonas del mundo parecen indicar que las cepas aisladas en América puedan derivar de cepas europeas (Drees et al. 2017). En estos estudios, las cepas americanas forman un clado único, cercano a cepas europeas, y más alejado de cepas aisladas en Asia. Además, las cepas incluidas en este clado presentan poca variabilidad genética, lo cual hace suponer que son de reciente introducción en el continente americano. Estos hechos apoyarían la hipótesis del origen europeo del patógeno que está causando actualmente esta epizootia en Norteamérica.

Diversidad y adaptación en el género Malassezia: los murciélagos ya tienen su especie. F. Javier Cabañes

Febrero 2019.

El género Malassezia está formado por un grupo monofilético de levaduras lipófilas pertenecientes a los basidiomicetos, que tienen como hábitat principal la piel del hombre y muchos otros animales (Cabañes et al. 2014). El género fue creado por Baillon en 1889, y se limitó a incluir dos especies prácticamente durante un siglo: la especie lipodependiente Malassezia furfur, característica de la piel del hombre y la especie no lipodependiente Malassezia pachydermatis, asociada a los animales. Actualmente, el género incluye 18 especies, 17 de las cuales son lipodependientes.

En la especiación de algunas de estas levaduras se detecta claramente un proceso de adaptación a distintas especies animales. Por ejemplo, Malassezia equina se aísla fundamentalmente de caballos o Malassezia nana de gatos. Es de destacar que la mayoría de especies de este género se han aislado de mamíferos y en cambio, tan solo unas pocas de ellas se han aislado de aves. No obstante, se han realizado muchos menos estudios sobre la presencia de estas levaduras en aves que en mamíferos.  No es de extrañar que dos de las últimas especies descritas, Malassezia brasiliensis y Malassezia psittaci, se hayan aislado de aves, concretamente loros mascotas en Brasil (Cabañes et al. 2016). Por otra parte, la gran mayoría de las especies de este género pueden crecer a 37ºC. Sin embargo, muy pocas lo hacen a 40ºC. Malassezia cuniculi, especie que presentan los conejos en su piel, crece mejor a 37ºC y a 40ºC que a 32ºC, temperatura de cultivo considerada óptima para el mantenimiento de este tipo de levaduras. Este hecho es compatible con la temperatura corporal normal de los conejos que oscila entre 38.5ºC y 40ºC. Por el contrario, las temperaturas bajas no les van tan bien a todas estas levaduras, ya que pierden viabilidad, por lo que no es recomendable mantenerlas a temperatura ambiente o a 4ºC.

Una excepción a este comportamiento la presenta la última especie descrita en este género que se ha aislado de murciélagos: Malassezia vespertilionis (Lorch et al. 2018). La mayoría de especies de murciélagos de los que se aislaron estas levaduras pueden hibernar hasta 7 meses al año. En este estado, los animales presentan una disminución de su temperatura basal cercana a los 7-9ºC existentes en las cuevas u otros habitáculos donde hibernan. Por este motivo, no nos sorprende que esta nueva especie pueda crecer lentamente a 7ºC.  De hecho su temperatura óptima de crecimiento es de 24ºC, inferior a la que presentan el resto de especies. No obstante, también pueden crecer a 40ºC que es la temperatura que pueden alcanzar estos animales cuando están activos.

Si bien ya conocemos que las especies de Malassezia son una parte importante del micobioma de algunos animales, incluido el hombre, se desconoce su presencia en la mayoría de especies animales. Esto hace pensar que en breve el número de especies de este género pueda ser fácilmente ampliado si se estudia principalmente fauna salvaje.

 

Malassezia vespertilionis tiene la capacidad de crecer a temperaturas inferiores a 10ºC, similares a las que se encuentran en las cuevas donde hibernan estos animales. Fotografía cortesía de Tim Krynak.