Aspergilosis en perros y gatos: no todo lo verde es Aspergillus fumigatus. F. Javier Cabañes

Julio 2019.

La mayoría de aspergilosis que afectan a los animales domésticos están causadas por Aspergillus fumigatus. No obstante, Aspergillus flavus, Aspergillus niger o Aspergillus terreus, entre otras especies,  pueden aislarse de un variado tipo de formas clínicas. En perros y gatos este tipo de micosis son poco frecuentes. Al tratarse de patógenos oportunistas, el estado inmunitario de estos animales condiciona la evolución de estas infecciones. Las formas clínicas más habituales son las infecciones sinonasales, siendo excepcionales las broncopulmonares y las diseminadas, al contrario que en humanos. La inmunodepresión que causan algunas enfermedades, infecciones víricas o tratamientos con citotóxicos y glucocorticoides, facilita la diseminación de la infección. En las aspergilosis diseminadas en perros hay cierta predisposición a la raza, ya que la mayoría se han diagnosticado en pastores alemanes. En los pocos casos descritos, el agente etiológico más frecuente citado no es A. fumigatus, sino A. terreus. Estas formas presentan muy mal pronóstico y raramente son tratadas.

Placa micótica de Aspergillus fumigatus sobre la mucosa nasal de un perro con destrucción grave de los cornetes. Fotografía cortesía de Laura Fresno. Endolap Veterinaria©
Placa micótica de Aspergillus fumigatus sobre la mucosa nasal de un perro con destrucción grave de los cornetes. Fotografía cortesía de Laura Fresno. Endolap Veterinaria©

Las lesiones aisladas ocurren a menudo en la cavidad nasal, causando la denominada aspergilosis sinonasal. En perros, pueden verse afectados los cornetes nasales, produciendo osteolisis y llegando a extenderse  a huesos adyacentes. El tratamiento es complicado y puede incluir la administración de un antifúngico tópico (p.e. clotrimazol) por infusión mediante catéteres intranasales y a veces acompañado de terapia sistémica. En gatos puede llegar a afectar a las cavidades oculares, produciéndose la forma sinoorbital, de mal pronóstico y a menudo fatal. Estas últimas son raramente detectadas en nuestras latitudes. Sin embargo en Australia se han descrito algunos casos producidos mayoritariamente por Aspergillus felis (Barrs et al. 2013) y otras especies del complejo Aspergillus virinidutans, como Aspergillus udagawae y Aspergillus wyomingensis, que se parecen a A. fumigatus (Talbot y Barrs, 2018).

Colonias verde azuladas de Aspergillus fumigatus en el medio de agar glucosado de Sabouraud. F. Javier Cabañes©
Colonias verde azuladas de Aspergillus fumigatus en el medio de agar glucosado de Sabouraud. F. Javier Cabañes©

Todas ellas se incluyen en la sección Fumigati que incluye más de 60 especies. Muchas de éstas se denominan crípticas, ya que no pueden ser identificadas mediante caracterización  morfológica y necesitan la ayuda de técnicas moleculares. A diferencia de A. fumigatus, las especies del complejo A. virinidutans suelen presentar poca esporulación y no crecer a 50ºC. Además presentan elevadas concentraciones mínimas inhibitorias a antifúngicos y las infecciones que causan se cronifican y son refractarias a la terapia con triazoles. Colonias verde azuladas, cabezas conidiales columnares, no todo es  A. fumigatus.

Buenas vacaciones .

Quitridiomicosis en anfibios. F. Javier Cabañes

Noviembre 2018.

Este mes recomendamos la lectura de dos artículos sobre la quitridiomicosis en anfibios en los que participa Jaime Bosch

El primero es un estudio genómico que utiliza más de 200 cepas de Batrachochytrium dendrobatidis, en el que se concreta el origen asiático de las cepas que están causando el declive de estos animales (O’Hanlon et al. 2018)

En el segundo se evalúa  la posible eficacia del itraconazol, un antifúngico utilizado comúnmente en el tratamiento de diversas micosis en los animales y en el hombre, para luchar contra esta devastadora enfermedad de los anfibios (Fernández-Loras et al. 2018)

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Ejemplar de Alytes obstetricans muerto por quitridiomicosis © Jaime Bosch
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Epidermis de un sapo muerto por quitridiomicosis en el que se observan los tubos de descarga de los esporangios de B. dendrobatidis . Microscopio electrónico de barrido
© Jaime Bosch